sábado, 19 de abril de 2008

Forjar carácter, la diferencia para triunfar

El carácter es la parte de nuestra personalidad que desarrollamos a lo largo de la vida. Es el factor que nos permite controlar, aprovechar y canalizar la tendencia natural de comportamiento con la que nacemos y que conocemos como temperamento. Éste, a diferencia del carácter, es genético, nacemos con él. El temperamento que poseemos es el que determina si nuestra tendencia conductual será predominantemente extrovertida o introvertida, orientada hacia las personas o hacia las actividades. Es importante recordar que el temperamento marcará la tendencia de nuestra conducta por siempre. A unos los impulsará a hablar, ser protagonistas, hacer relaciones fácilmente y ser inconstantes en sus proyectos; mientras a otros los inducirá a ser analíticos, calculadores, introvertidos y ordenados. Mucho se ha escrito sobre los temperamentos como parte de la personalidad del ser humano y no pretendo profundizar en ello. Sin embargo, no podemos entender el carácter sin estar concientes de que poseemos el factor genético que marca nuestra inclinación natural de conductas. Sin embargo es muy importante reconocer que el temperamento no determina nuestra vida, a menos que no desarrollemos carácter.

He visto triunfar a personas de todo tipo de temperamento. La clave para lograrlo no es su condición genética, sino su voluntad para desarrollar el carácter que les permita ejercer dominio sobre sí mismos explotando sus talentos naturales y controlando sus debilidades.

El carácter se fortalece actuando contra nosotros mismos, ejerciendo autoridad sobre los deseos, tentaciones, hábitos y conductas que nos son naturales o atractivos pero que sabemos que nos alejan de los resultados que deseamos. El carácter es uno de los sellos distintivos de los seres humanos sobre el resto de los seres vivos de la creación. Ejercerlo dependo de cada uno de nosotros. Es una lucha interna donde enfrentamos a nuestro principal enemigo: nosotros mismos.

Las victorias del carácter son ocultas, los demás no las observan; se dan cuando nadie nos observa ni controla. Estas victorias privadas, a corto plazo parecen vanas y quizás hasta un poco masoquistas, sin embargo, si las sostenemos durante el tiempo, producirán victorias públicas. De hecho, no existen triunfos verdaderos que perduren si no hay un respaldo oculto de trabajo en el carácter personal. Como los témpanos de hielo sobreviven a los rayos del sol que consumen su parte externa, gracias a la gran cantidad de hielo que se ha formado debajo de la superficie que va sustituyendo la masa que se derrite; así triunfan ante los retos aquellos atletas, padres de familia, emprendedores y demás seres humanos, sosteniéndose en el soporte oculto que dan la disciplina, el orden, la postergación de la gratificación y demás herramientas del carácter.

El desarrollo del carácter está totalmente relacionado con nuestros valores, tendencias naturales y deseos. Lo maravilloso de esto radica en que el sentido común nos muestra claramente en qué debemos trabajar. Poseemos una brújula innata del carácter. El reto consiste en, a pesar de vivir en medio de una cultura de satisfacción inmediata, permisiva y auto complaciente, estar dispuestos a pagar el precio para ganar la batalla sobre nosotros mismos.
Buena Suerte...

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